La posibilidad de dejar a la posteridad documentos escritos es de tal relevancia que se ha considerado, por convención, que la historia de la humanidad comienza con la escritura. Los antecedentes de la taquigrafía están entrelazados, con los inicios de la historia, porque permite que la palabra permanezca a través del tiempo y del espacio. Son, justamente, los taquígrafos los que cumplen esta función con los hechos de gobierno. Podemos citar a Marco Tulio Tirón, que vivió en el siglo I antes de Cristo, amanuense de Cicerón, quien inventó los símbolos taquigráficos más antiguos que se conocen: notae tironiane.
Actualmente, la taquigrafía sigue siendo irremplazable para registrar los dichos de los cuerpos colegiados parlamentarios.
La tecnología conocida colabora con el registro de los datos, pero no puede reemplazar al ser humano en el ordenamiento ni en la elaboración del lenguaje oral, para transcribirlo según las reglas de la sintaxis al lenguaje escrito, con la necesaria contextualización de los dichos.
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